Old Boy

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Oh Dae-su (Choi Min-sik), un hombre de negocios con una familia, una hija, todo un futuro por delante, es encerrado durante muchos años. Sin entender el motivo por el que alguien le quitó su libertad, se entrena a diario para cobrar venganza una vez liberado.

Un año antes de ser apresado, lo culpan de la muerte de su esposa, por lo que probablemente nadie lo extraña. Puede pasar durante años en una pequeña habitación en la que se pregunta a diario qué hizo para merecer tan duro castigo.

Un día es liberado, dentro de una maleta que es mostrada desde arriba, se ve a un pobre hombre vulnerable, puesto en un campo en el que no entiende nada de lo que le está pasando. Ahí comienza su venganza, y la búsqueda del verdadero motivo por el que perdió su libertad.

Movimientos de cámara muy rápidos, primeros planos, encuadres, tomas desde arriba, el director se dio el lujo de hacer una obra de arte con la cámara. El guión por su parte, tiene una serie de contradicciones que al final de la cinta se dilucida, concordando las filosofías de vida, los pensamientos, los deseos, las frustraciones.

En su primer día libre, tras pasar quince años encerrado, Oh Dae-su se encuentra con Mido (Kang Hye-jeong), una chef que se enamora de Oh y que lo acompañará en la búsqueda de su hija perdida, y lo principal, de los responsables de haberle quitado tantos años de su vida.

Mientras está en el restorant, recibe un llamado a su celular, una voz le indica qué cosas tiene que hacer para comprender el misterio de su claustro. La misma voz que lo llamará a lo largo de la película y hará que Oh se enfrente a supuestos enemigos.

La voz seguirá jugando con Oh después de ser liberado, lo hace enfurecer, luchar con otros, asesinar a más hombres, sigue entrenándolo después de los quince años de entrenamiento.

Old Boy es un drama con escenas de acción, probablemente una de las más destacables es un travelling lateral en el que Oh se enfrenta con treinta hombres, muy parecido a imágenes utilizadas en “Kill Bill” de Tarantino.

La cinta es un exceso en todos los sentidos, en los movimientos de cámara, en los mensajes en su guión, por la actuación de sus personajes, en la violencia y el gore, al plantear problemáticas irresolubles, al poner al espectador de partidario, y luego darse el gusto de dar vuelta los antecedentes para que el juicio sea relativo.